Panificados con quinoa u otras semillas o granos, ya existen en el mercado. Aunque lo que tienen, en realidad, es un porcentaje minoritario de estos ingredientes especiales combinados casi exclusivamente con harina de trigo, que permite un mejor manejo de la masa y garantiza aspectos determinantes como la esponjosidad o el sabor. Ahora bien, lograr un producto similar libre de gluten o sin TACC (trigo, avena, cebada y centeno) se torna mucho m&aacute;s complicado y, si adem&aacute;s se pretende aumentar las cantidades del componente a destacar, la complejidad es mucho mayor. Ese es el desaf&iacute;o que ha asumido un equipo del CONICET que involucra a especialistas del Centro de Investigaci&oacute;n y Desarrollo en Criotecnolog&iacute;a de Alimentos (CIDCA, CONICET-UNLP-CICPBA), el Centro de Qu&iacute;mica Inorg&aacute;nica &ldquo;Dr. Pedro J. Aymonino&rdquo; (CEQUINOR, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA), y el Laboratorio de Investigaci&oacute;n en Funcionalidad y Tecnolog&iacute;a de Alimentos de la Universidad Nacional de Quilmes (LIFTA, UNQ). &ldquo;El gluten se forma a partir de un grupo de prote&iacute;nas presentes en el trigo luego de hidratar y amasar la harina. Entre otras cosas, le otorga estructura a los panificados, por eso la elaboraci&oacute;n de un producto que no lo contenga es de por s&iacute; m&aacute;s dif&iacute;cil. Adem&aacute;s, cada ventaja a nivel nutricional que se le quiera incorporar va aumentando la complejidad del sistema&rdquo;, relata Jimena Correa, investigadora del CONICET en el CIDCA. Junto a Dar&iacute;o Cabezas, tambi&eacute;n investigador del CONICET en la UNQ, comenzaron a involucrarse en la aplicaci&oacute;n de granos andinos en diversos productos alimenticios durante una estad&iacute;a en 2020 y 2021 en el Centro de Investigaci&oacute;n e Innovaci&oacute;n en Productos Derivados de Cultivos Andinos (CIINCA, UNLAM), en Lima, Per&uacute;, y al volver a la Argentina presentaron un proyecto para desarrollar un pan apto para personas con celiaqu&iacute;a que tuviera como componente mayoritario la harina de quinoa y buenas propiedades nutricionales. <p style="text-align: center;"> La primera parte del proyecto se llev&oacute; adelante en el Instituto Nacional de Tecnolog&iacute;a Industrial (INTI) en cooperaci&oacute;n con el grupo de la licenciada Mariana S&aacute;nchez, donde se realiz&oacute; la formulaci&oacute;n de la harina con la que se elaborar&iacute;a el producto. As&iacute;, el paso inicial fue el sometimiento de una gran cantidad de harina de quinoa comercial a un proceso llamado extrusi&oacute;n, una t&eacute;cnica que permite modificar las caracter&iacute;sticas de un alimento para obtener otro diferente. El procedimiento se realiza en una extrusora, un equipo que cuenta con dos tornillos que giran y van forzando el paso de la harina, que es sometida a diferentes condiciones de presi&oacute;n y temperatura. &ldquo;Esos cambios modifican la estructura del almid&oacute;n, las prote&iacute;nas y reducen el contenido de antinutrientes que pueda contener la harina. Tambi&eacute;n contribuyen a inactivar enzimas que pueden catalizar, es decir acelerar, reacciones desfavorables de deterioro en la harina&rdquo;, se&ntilde;ala Correa. A partir de las distintas formulaciones de harinas obtenidas, comenzaron los ensayos de panes hasta encontrar uno &oacute;ptimo. &ldquo;La principal ventaja que queremos darle es el mayor contenido posible de quinoa; por lo menos un 50 por ciento&rdquo;, apunta Cabezas, y contin&uacute;a: &ldquo;Gracias a los cambios a nivel tecnol&oacute;gico generados con la extrusi&oacute;n, podemos ir aumentando gradualmente el contenido de quinoa tratando de no perder rasgos propios de un pan, como un cierto leudado, un alveolado similar al de un pan com&uacute;n, y que adem&aacute;s sea rico&rdquo;. La quinoa es una semilla que contiene alta cantidad de fibra, prote&iacute;nas y micronutrientes y que, debido a ciertas cualidades particulares, se consume como un cereal. &ldquo;La extrusi&oacute;n cambia sustancialmente sus caracter&iacute;sticas, digamos que en cierto modo suaviza los sabores herb&aacute;ceos que pueden resultar un poco fuertes para el consumidor que no est&aacute; acostumbrado, y eso colaborar&iacute;a en obtener un producto final con m&aacute;s aceptabilidad&rdquo;, apunta Correa. Los panificados de trigo que existen en el mercado y que tambi&eacute;n llevan quinoa, en general -aseguran los especialistas- no la contienen como componente mayoritario. Sin gluten, la oferta se acota mucho, y de ah&iacute; que en este proyecto se busque lograr nuevas caracter&iacute;sticas en la harina que aumenten las posibilidades de &eacute;xito en el desarrollo. &ldquo;Investigaciones en este sentido hay muchas, pero es poco lo que trasciende porque no se consiguen productos de buena calidad. Argentina tiene la capacidad de producir una gran cantidad de alimentos libres de gluten, con una seguridad muy controlada y un mercado en constante crecimiento, lo cual posibilita que haya buena inversi&oacute;n en el sector&rdquo;, subraya Cabezas, quien form&oacute; parte del desarrollo de BIBA, la bebida a base de quinoa desarrollada por el CONICET y cuatro universidades nacionales lanzada al mercado de la mano de una pyme argentina. El proyecto contempla tambi&eacute;n el agregado en menores proporciones de c&uacute;rcuma y jengibre a la formulaci&oacute;n, con el objetivo de proporcionarle diferentes caracter&iacute;sticas sensoriales y tambi&eacute;n una mejora a nivel nutricional. El eslab&oacute;n final vuelve a tener al INTI como actor principal, ya que su planta piloto garantiza un escalado del producto y la posibilidad de que, mediante una transferencia de la tecnolog&iacute;a empleada, el pan pueda producirse a gran escala y llegar a las g&oacute;ndolas. &ldquo;No es algo com&uacute;n; en el mercado argentino y regional hoy no existe un producto con estas caracter&iacute;sticas, y esa es nuestra mayor aspiraci&oacute;n. En base a la experiencia de BIBA, no buscamos disimular la quinoa sino, por el contrario, que resalte sensorialmente. Cuando la gente busca un producto fortificado o con determinados ingredientes especiales, quiere que eso se note en el aspecto, el sabor, la textura, y no simplemente leerlo en la etiqueta&rdquo;, apuntan ambos especialistas. B&uacute;squeda de propiedades en salud El paso siguiente en el proyecto est&aacute; a cargo de Luciana Naso, investigadora del CONICET en el CEQUINOR, y consiste en la b&uacute;squeda de propiedades antitumorales en la formulaci&oacute;n del pan obtenido. &ldquo;Yo trabajo con l&iacute;neas celulares derivadas de tumores humanos, y lo que voy a hacer es simular un digerido, es decir lo que le pasa al pan durante todo el recorrido desde que entra por la boca, y evaluar si en esa instancia se puede favorecer o no la muerte de las c&eacute;lulas malignas, puntualmente de c&aacute;ncer de colon&rdquo;, explica la experta. Las sustancias obtenidas se estudiar&aacute;n en el laboratorio mediante t&eacute;cnicas color&iacute;metras y microsc&oacute;picas a fin de evaluar qu&eacute; es lo que sucede. &ldquo;Puede ser que inhiba el crecimiento de esas c&eacute;lulas, que es lo que estamos buscando, o quiz&aacute;s no tenga ning&uacute;n efecto sobre ellas, ni bueno ni malo. Los mismos ensayos se har&aacute;n sobre c&eacute;lulas sanas y tumorales para comparar, y eventualmente m&aacute;s adelante se podr&iacute;an realizar pruebas precl&iacute;nicas en animales de laboratorio. Al ser un alimento es m&aacute;s f&aacute;cil porque las sustancias no tienen reacciones adversas&rdquo;, enfatiza. Los mecanismos de acci&oacute;n en que podr&iacute;a darse el efecto antitumoral son diversos. &ldquo;Uno de ellos es evaluar si el digerido puede comportarse como un antioxidante o un prooxidante, es decir si contribuyen a aumentar o no los radicales libres, mol&eacute;culas de ox&iacute;geno muy reactivas e inestables que surgen como resultado de reacciones bioqu&iacute;micas del organismo. Otro es ver la posibilidad de que los compuestos del pan tengan la capacidad de afectar el ADN de esas c&eacute;lulas. Pero todo debe ser ensayado&rdquo;, explica Naso. Fuente: CONICET &nbsp;