Ergo Bioscience es una startup con sede en la localidad de Sunchales (Santa Fe, Argentina) abocada a la innovación en el campo de las foodtechs, que apuesta a la transformación tecnológica del sector alimenticio trabajando en el segmento de los alimentos 'plant based', o alimentos basados en plantas, para el cual desarrolló una plataforma inédita que produce proteínas animales sirviéndose de células de zanahorias que pueden usarse en la elaboración de alimentos que imiten el sabor de la carne sin contener ingredientes animales. En agosto del 2019, la startup presentó su proyecto al comité de inversión del Centro de Innovación Tecnológica Empresarial y Social de Sunchales (Cites), quienes les otorgaron un financiamiento por u$s 500 mil en mayo del 2020. "Ergo es hoy por hoy la única productora a partir de fuentes vegetales de Mioglobina, que es la encargada de dar el color rojo a la carne y también de Caseína, proteínas presentes en lácteos", cuentan sus tres socios fundadores, los biotecnólogos Alejandro Barbarini, Eduardo Peña y Laura García. En concreto, la empresa se lanzó a investigar cuáles eran las proteínas claves que definen buena parte de las propiedades organolépticas, es decir el color, sabor y aroma, de los alimentos de origen animal, como la carne de vaca, y también de lácteos fermentados como el queso y yogur. Así fue que descubrieron que las mismas podían ser expresadas a través de células de zanahoria y se lanzaron a desarrollar el proceso científico a escala laboratorio para reproducirlas en biorreactores. El resultado son dos plataformas inéditas de innovación biotecnológica de las cuales Ergo ostenta la protección intelectual a nivel mundial. Los científicos indicaron que su descubrimiento tiene una gran incidencia en la industria "plant based" y está enfocado en ofrecer productos saludables a un nuevo segmento de consumidores, garantizándoles una experiencia de sabor y aroma muy similar a la proporcionada por alimentos de origen animal. "El modelo de negocio de Ergo Bioscience tiene que ver con un esquema "B2B" (empresa a empresa) de co-desarrollo. A diferencia de otras startups del sector foodtech, no queremos ser fabricantes de alimentos plant based, sino desarrollar y producir las proteínas que aporten soluciones únicas a esta clase de alimentos", señaló Barbarini. Este modelo le implica a la firma asociarse con empresas productoras de alimentos que ya tienen su marca propia, despliegue de retail y espacio en góndolas para coproducir en conjunto. "Para la miglobina el análogo matriz en el cual se aplicaría sería en un alternativo a carne picada que después se diversifica en múltiples formatos de productos como meatballs y hamburguesas. Para lo que es caseína, las mismas se aplicarían en distintos formatos de quesos fermentados, de tipo blandos, duros, semiduros, en yogur y en cofee creamers, que sería la leche que se le adiciona al café", detalló Barbarini. Proyecciones En la actualidad, la startup trabaja con dos compañías de trascendencia internacional en el sector cárnico y lácteo. "Colaboramos con la empresa número uno a nivel global en lo que es alimentos y bebidas lácteas y tenemos una alianza con la líder en ventas en el mercado de Estados Unidos para lo que es carne", confesó Barbarini sin querer revelar quiénes son sus aliadas "por cuestiones de confidencialidad". El objetivo es terminar para fin de año los ensayos para pasar a la siguiente etapa que contempla escalar el proceso biotecnológico para llevarlo a escala industrial. Para esto, Barbarini destacó que establecieron contacto con tres ventures capital, a donde irán a buscar las inversiones para cerrar la "Serie A" (primera ronda de inversión de venture capital) y poder cumplir dicho objetivo. Además, buscan avanzar con las regulaciones para aprobar las proteínas y que puedan usarse libremente en la producción de alimentos. Si cumplen con todos estos desafíos, el plan final fija mudar el equipo de Sunchales al exterior, posiblemente a Europa o Estados Unidos. Fuente: Cadena 3